- Bella –sus dedos recorrieron con ligereza el contorno de mis labios- Yo voy a estar contigo… ¿no basta con eso?
Edward puso las yemas de los dedos sobre mis labios, que esbozaron una sonrisa.
- Basta por ahora.
Le acaricié el rostro y dije:
- Mira, te quiero más que nada en el mundo. ¿No te basta eso?
- Sí, es suficiente –contestó, sonriendo-. 
Suficiente para siempre.